domingo, 29 de mayo de 2016

LA DESAPARECIDA CALLE ( FRANCISCO JAREÑO )



 
 

"El infeliz arquitecto / sólo adornó el frontispicio / con estatuas y letreros / que es un adorno sencillo / más bien pronto este defecto / simularon solícitos / el cangrejo, la langosta / con el pulpo y el erizo"
Benito Pérez Galdós, versos satíricos escritos en 1881 con los que criticaba la ubicación y el diseño del teatro.
 
 
 Surgió la necesidad de construir un nuevo teatro.
  
Para ello se barajaron otras zonas de la ciudad donde levantar el nuevo coliseo, optándose finalmente, no sin cierta polémica (el propio Galdós ridiculizó su ubicación al lado del mar), por un solar propiedad del ayuntamiento en la desembocadura del barranco Guiniguada.
Como se hiciera antes con el Cairasco, se constituyó una sociedad civil por acciones con el fin de recabar fondos entre la ciudadanía para la construcción del nuevo teatro.
Se asignó el proyecto al arquitecto Francisco Jareño y Alarcón (Albacete, 1818) quien años antes había proyectado en Madrid el edificio del Palacio de Bibliotecas y Museos que hoy acoge las sedes del Museo Arqueológico Nacional y de la Biblioteca Nacional
 
 

 
TEATRO PEREZ GALDOS Y
 CALLE FRANCISCO JAREÑO
 
En la noche del 28 de junio de 1918 un fatal suceso vino a conmover a la población de Las Palmas de Gran Canaria: un gran incendio se cebó con el teatro destruyendo su estructura de madera casi por completo. El Ayuntamiento tuvo que plantearse su reconstrucción en 1921, esta vez con fondos propios, y recurrió para ello a Fernando Navarro y Massenet, arquitecto municipal por aquel entonces. Pero divergencias surgidas entre el equipo técnico, motivaron que, en 1923, el Ayuntamiento optase por designar como nuevo director de las obras al arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre, quien las concluyó entre 1925 y 1928. Miguel Martín solicitó ayuda a su hermano Néstor, artista y pintor, para decorar el edificio. Éste se ocuparía de realizar las pinturas en lienzo del salón Saint-Saëns, del techo de la platea, de la boca del escenario y de diseñar los vitrales y el telón. Tras las obras, el 28 de mayo de 1928 se llevó a cabo la primera reinauguración.
La reconstrucción fue fiel al diseño de Jareño, quien ideó un edificio de planta rectangular de 70 por 30 metros, construido en piedra y ladrillo, que respetaba los límites impuestos por el solar que había dejado el anterior edificio, del que sólo se pudieron aprovechar sus cimientos y parte de la fachada norte. En su interior confluyen elementos alhambristas y renacentistas, con vidrieras de estilo art nouveau y pinturas modernistas de Néstor de la Torre. El inmueble está conformado por un vestíbulo con escalinata de acceso al patio de butacas y dos escaleras laterales enfrentadas para acceder al anfiteatro. El diseño perimetral del patio de butacas y de la boca del escenario destacan la curvatura de los antepechos del anfiteatro y de los palcos. Éstos, dispuestos a la francesa, a los lados del proscenio, se ubican en tres niveles a partir del primer piso. Todo ello proporciona una planta en herradura muy típica de los teatros italianos.



Nivel 0:
Platea o patio de butacas, catorce palcos de platea y dos proscenios. Es la planta de acceso desde la calle y en ella hay 408 butacas; de ellas 24 son desmontables para ubicar a personas con movilidad reducida que acceden desde una entrada accesoria en el lateral que da a la calle Francisco Jareño. Cada butaca de este nivel está dotada de un sistema de pantallas individuales para la lectura de los subtítulos de las óperas. En palcos y proscenios las butacas se sustituyen por sillas sueltas, no sujetas al piso.

 
 
 

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